BURGUER KING


Ya es hora de hablar

de cuando tus brazos son tan cortos

que no alcanzan tu espalda

para abrazarte.

Vamos a hablar

de los viernes por la mañana

después de un jueves universitario.

Del papel arrugado

del Burguer King

en la mesilla,

de la dolencia 

imperdonable

del lado vacío de la cama.

Hablemos del que no ama

el cuerpo que cubre su pena

una tarde de domingo

sin planes, en el sofá.

Hay que nombrar a veces

a la culpa que nos da el coñazo

timbrando como una loca

cuando quieres fingir que no hay nadie

en casa.

No veo por qué

no se puede hacer poesía

de la vergüenza.

De lo miserable que eres por ser tú.

De cuando no te ve nadie. 

De cuando lloras 

con mocos colgantes

como lianas 

donde se mece

tu escasa dignidad.

De cuando vomitas asqueada

de la gente y de la vida.

Ya te has dado cuenta

de que todos están hablando

de que tu instagram 

es una mentira.

Es hora de reconocer

que sólo te tienes a ti mismo,

y que eres un coñazo.

Con pies torcidos

y caderas anchas

o con ganas irrefrenables

o con miedo absoluto 

ademas de tus gilipolleces

ademas de todo lo que tienes 

que decir

que no le importa

a nadie.

No veo por qué

no se puede hacer poesía 

del miedo

que te da

ser tu mismo y que los demás

lo sepan.

Oh innoble servidumbre de amar seres

humanos.

Qué solos nos dejan

cuando nos señalan

y se están apuntando

en un espejo

donde jamás querrían 

descubrirse reflejados.

No veo por qué

la verdad tiene que ser fea.

Y tienen que herirte 

en el pecho

las bragas en el suelo de la cocina.

Los mensajes de madrugada

que te quemaban las manos

y les falta sal

cuando ya ha salido el sol.

No haber hecho nada salientable

en tu día libre.

Que te guste tanto

tanto

lo que repulsa 

a los intolerantes. 

No veo por qué no son poesía

tus valientes miserias.

Tu saliva

Tus tacos

Tu verdad

encima de la mesa

abierta en canal

para todo el que quiera verla.

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